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Angeles y Demonios de Carla Hernández








Ángeles y demonios

Odio a ese idiota de Miguel, es un engreído que se cree superior a cualquiera, sólo por ser mí reemplazo como mano derecha de Dios. Odio que se entrometa en mis asuntos, juro que un día de estos lo mataré; cuando lo tenga en frente, lo mataré sin vacilar.

-¿En qué piensa, mi señora?.

Preguntó aquella mujer de ojos verdes, piel bronceada, alta. Con su cabello recogido, su apariencia era la de una cazadora, y eso era, era mi cazadora predilecta y mi mano derecha, Casandra.

-En tu último encargo, el ángel que se interpuso en tu camino, fue enviado por Miguel, ¿cierto?.

-Sí señora, me tomó mucho más tiempo de lo previsto, pero pude matar a ese ángel y continuar con mi encargo.

-Muy bien.

-Mi señora, en los últimos milenios, Miguel no ha dejado de interponerse en nuestro camino, creo que debemos matarlo de una vez por todas.

-Y lo haré, lo mataré, pero no ahora.

-¿Por qué no ahora?, Tenemos un ejército comparable al de los ángeles, podríamos atacar y acabar con ellos de una vez, y tomar dominio de los cielos, tal y como lo hemos hecho con el infierno.

-Golpea el brazo de su trono con su puño- ¿Crees saber más que yo, Casandra? Sé lo que debo hacer y cuándo hacerlo, así que mejor sigue cumpliendo mis órdenes y no cuestiones mis acciones.

-Sí señora.

Casandra despegó su rodilla del suelo y se levantó, hizo reverencia y se fue.

 





Narradora

Lucifer, fue el ángel perfecto creado por Dios, un ángel poderoso, el más bello y magnífico del cielo, al cual le confío gran parte de su poder. Y ese mis ángel fue desterrado de los cielos.

Fue desterrado luego de dar un golpe contra Dios, puesto que, quería la libertad, quería que los ángeles fueran libres de vivir sus vidas y no fueran sometidos a voluntad de Dios, quería que todos pudieran tener libertad de vivir su vida como mejor les pareciera. Así que, luego de tener un gran número de seguidores, luchó contra los ángeles, querubines y arcángeles que seguían y apoyaban a Dios.

La lucha duró siglos, hasta que finalmente lucifer junto con sus seguidores, fueron expulsados de los cielos y pasaron a llamarse ángeles caídos.

Lucifer con todas sus fuerzas restantes creó el infierno, un lugar donde podría vivir junto con sus fieles seguidores y dónde finalmente podría ser libre de vivir su vida.

Durante milenios lucifer ha aguardado recuperando sus fuerzas perdidas y logrando así, que su ejército crezca en número y fuerza.

Librando batallas contra los ángeles desde las sombras.  Aunque Lucifer hubiese perdido la primera guerra, había obtenido la victoria en múltiples batallas; como en lograr que los humanos, creación de Dios, tuviesen libertad; cosa que desagradó a Dios y trató de remediar incontables veces.

Se levantó de su trono de hierro forjado en el infierno y caminó por el largo y amplio pasillo de su castillo, arrastrando tras de sí sus enormes y bellas alas, eran las más envidiables de todo el mundo, grandes, fuertes y hermosas, cambió de vestuario en sus aposentos y ocultó sus alas; saldría al mundo humano lo cual solía hacer cada tantos años por diversión y entretenimiento.

Salió de las entrañas del suelo y emergió bajo un enorme árbol de roble que se encontraba en la parte más profunda de aquel cementerio, caminó por un pequeño camino de piedra a los costados de una hilera de tumbas, lugar curioso para aparecer, un cementerio, pues era el más indicado y en el cual era mucho más seguro que su presencia pasará desapercibida.

 






Eran aproximadamente las 10 de la noche, no era como si el sol le lastimase o algo pero prefería ir al mundo humano de noche, aunque tenía ya algunos años sin ir, 50 para ser más preciso.

Caminó por las calles con mucha tranquilidad, vestía de traje con corbata muy elegante, ese siempre había sido su estilo. El traje hacía relucir su bien formado y tallado cuerpo, su cabello negro y ojos cafés. Cenó en un restaurante de comida rápida y dio un vistazo a la ciudad desde uno de los edificios más altos de la ciudad.

Sus alas brotaron de su espalda traspasando el traje, y estirándose un poco sintiendo así la fría brisa nocturna, se sentó en la orilla mientras observaba a las personas pasar de un lado a otro, caminar por las calles sin entrar a edificios. No observaba nada en especial solo vistazos cortos, pero algo captó su atención al instante, una mujer, no pudo verla bien ya que entró en un bar pero algo en su interior le decía que debía ir con ella. Debía verla, así que voló hasta un callejón y ocultó sus alas para luego caminar y entrar en aquel bar.

Al entrar se dio cuenta de que no estaba muy lleno y el lugar tenía un aire algo viejo y tosco, casi todo era de madera y las luces eran brillantes. Vio a la mujer que llamó su atención sentada en la barra tomando una copa, así que, sin muchos miramientos se acercó a la barra, se sentó a su lado y ordenó algo de tomar, un vodka.

-Oye, ¿no crees que estás muy elegante para un bar como este?.

-¿Me veo mal? -Pregunta levantando una ceja-.

Aquella chica la detalló detenidamente, su cuerpo era delgado pero definido, a través de su traje se podía ver lo marcado que estaba su cuerpo su piel era tersa y a simple vista suave, ligeramente bronceada, sus ojos eran café, brillantes, pestañas algo largas, cejas marcadas, labios delgados, pero no mucho, cabello largo liso y brillante tan negro como la propia oscuridad.

-No, te ves bien.

-Gracias -Sonríe-.

-De nada.

Ambas bebieron en silencio, pero sin dejar de mirarse disimuladamente, detallándose mutuamente y sonriendo tontamente.

-¿Puedo preguntar cuál es tu nombre?.

-Mi nombre es Samanta, ¿y el tuyo?.

-Puedes decirme Luci.

-Es un nombre lindo.

-No tan lindo como tú.

-Apuesto que le dices eso a todas.

-Las mujeres son hermosas, cada una de ellas a su manera.

-¿Y de qué manera lo soy yo? -levanta una ceja-.

-Pues eres interesante, hablas con mucha seguridad y eso es sexy. Las mujeres con confianza en sí misma son realmente sexys.

-Así que crees que soy sexy, pues tú no estás nada mal.

-Es genética, por así decirlo.

-En ese caso tengo que conocer a tu madre, tal vez esté mejor que tú y la invite a beber algún día.

-Eso sería imposible, sin mencionar poco convencional.

-¿En serio? Es una lástima.

Lucifer pidió otra ronda de tragos y durante gran parte de la noche bebieron despreocupadamente, al menos hasta que Samanta se emborrachó hasta el punto de ser incapaz de caminar por si sola sin tambalearse. Así que, Lucifer como buena reina del infierno y líder de los ángeles caídos y demonios, la llevó a su casa en un taxi.

-N-Noooo tienes que hacerlo -arrastra  las palabras y balbucea un poco sin sentido alguno o coherencia-.

El bartender siempre pedía un taxi para Samanta, así que, le proporcionó la dirección a Lucifer para que la llevara sana y salva a su departamento.

Para Lucifer no era muy difícil cargarla era realmente ligera, así que la llevó cargada en sus brazos abrió la puerta con la llave de Samanta que estaba en su bolso y la llevó a su cama, le quitó los tacones y el vestido y la cubrió con una sábana.

Lucifer estaba feliz, puesto que, había pasado una buena noche. Se divirtió charlando y bebiendo sin preocupaciones con una hermosa chica, aunque no solo su apariencia había capturado la atención de Lucifer, si no su manera de actuar y hablar, lo hacía con tanta facilidad con tanta libertad, que era exquisito contemplarla, pero tal vez solo era el parentesco con viejos fantasmas.

Cuando estuvo dispuesta a irse, una mano la detuvo.

-N-No, quédate.

-¿Sueles traer extrañas a tu casa he invitarlas a dormir contigo?.

Samanta ya no la escuchaba, estaba profundamente dormida. Lucifer no tenía mucho que hacer así que, se desvistió hasta quedar en ropa interior y entró en la enorme cama, la cual pensó que era muy grande para una persona, pero perfecta para dos.

 




Al día siguiente Samanta despertó con un gran dolor de cabeza y una mano que no le pertenecía, posada en su trasero sobre su nalga derecha, siguió con la vista de aquel brazo hasta llegar al cuerpo, un cuerpo hermoso bien formado, tallado como la estatua más perfecta del mundo y tenía un trasero hecho por los mismísimos ángeles.

Samantha terminó mordiéndose el labio al ver aquellos glúteos tan deliciosos que sintió el impulso de morder, subió por su espalda hasta llegar a su rostro el cual estaba en su mayoría hundido en la almohada y cubierto por algunos mechones de cabello.

Samantha tomó los mechones de cabello de Lucifer y los colocó detrás de su oreja, lo cual logró hacer que Lucifer despertara.

-Buenos días, Sam.

-Buenos días Luci, oye tú y yo, ¿hicimos algo?

-Pues yo pagué la cuenta en el bar, llamé un taxi, te traje cargada y te acosté, mientras tú solo dormías y hablabas sin sentido -Posa su cabeza sobre uno de sus brazos apoyados sobre la almohada-.

-Creí que habíamos hecho otra cosa.

-¿Te refieres al sexo? Pues no lo hicimos, estabas inconsciente y no me gusta hacerlo de esa forma.

-Vaya es una lástima, ese trasero se ve muy bien.

-Así que solo me ves como una cara bonita y un buen cuerpo.

-Posiblemente, no se me da bien las relaciones, pero si el divertirme ocasionalmente de formas muy interesantes.

-Estaría encantada de descubrir esas formas, pero luego de que te dieras un baño, apestas a alcohol.

-No sueles ser buena con las damas, ¿cierto?.

-No planeo confirmar o negar nada.

-Tienes suerte de ser tan jodidamente sexy, porque de otra forma te hubiera sacado de mi departamento a patadas.

-Gracias.

Samantha se levantó y caminó sensualmente contoneando sus caderas hasta llegar al baño, tomó una larga ducha; mientras Lucifer preparaba algo de comer, puesto que, su hambre mañanera era voraz.

Preparó unos panqueques con jugo de naranja y café recién hecho, sirvió la comida y comenzó a desayunar sin esperar en su contraria, la cual se vestía con su ropa interior más sexy y con excesiva sensualidad. Aquel departamento era amplio sin habitación como tal, solo la zona de habitación, la de la cocina y sala de estar; desde la entrada se podía ver todo departamento, el cual era elegante y muy bien iluminado, con grandes ventanas y un balcón con una vista placentera.

Ambas desayunaron, puesto debía obtener energías para el resto del día.

Sus cuerpos moldeandose en perfecta sincronía sus respiraciones agitadas sus sentidos alterados por el placer, sus gemidos invadiendo el departamento llegando a cada centímetro.

-Vaya si que eres buena.

-Gracias, es un don creo.

Samantha le sonreía de una manera tan resplandeciente que hacía a Lucifer se sintiera feliz y nostálgica.

-Debo trabajar hoy, pero en la noche estaré completamente libre por si gustas hacer algo.

-Se acomoda en la cama- Tal vez pueda hacer un espacio en mi agenda.

-Le acaricia el abdomen- mañana es Sábado así que podríamos tener el fin de semana solo para nosotras.

-Me encantaría -La besa-.

-Bueno vamos a darnos una ducha, no quiero llegar tarde a mi trabajo.

Lucifer tomó en sus brazos a Samantha y la llevó al baño, no era muy amplio pero tenía el tamaño suficiente para ambas. El agua bajando por el cuerpo de ambas en pequeños hilos, sus respiraciones sincronizadas en el vapor del cuarto de baño.

El negro de su cabello mojado tapando parte de su rostro y pegado a su cuerpo lograban hacer relucir sus ojos y hacer más notorios sus colmillos al sonreír.

-Eres tan hermosa, no puedo dejar de pensar que tienes un lado indescriptible, un lado feroz y voraz pero también amable y humilde.

-¿Que te hace pensar que soy buena? -La mira fijamente colocando sus brazos a los costados de su cabeza-.

-Eres buena por qué todos tenemos bondad dentro de nosotros, y tú no puedes ser la excepción.

-Muchos creen que soy mala, desalmada, maligna, soy el mal que existe en este mundo y esos nunca cambiará.

-¿Lo que creen las demás personas cambia lo que tú eres?.

-No.

-Entonces no veo la necesidad de darle importancia a lo que dicen de ti.

-Sonrie- tal vez tengas razón.

-Tal vez -La besa-.

 



Luego de una confortante ducha ambas se vistieron y salieron del departamento y cuando Samantha estuvo apunto se subir al taxi tomo un lapicero y escribió su número telefónico en la mano de Lucifer.

-Para que me escribas y no olvides venir en la noche -Le da un beso y sube al taxi-.

Tardó unos segundos en descubrir que era un número telefónico, así que compró un teléfono celular y volvió al infierno.

Sentada en su trono solo descubría como usar aquel nuevo aparato humano, durante horas y horas practicó hasta descubrir como introducir el número telefónico de Samantha. Casandra fué la primera en mostrar curiosidad en lo que hacía su señora.

-Mi señora ¿Que clase de artilugio es ese?.

-Un teléfono humano.

-¿Un teléfono humano? Mi señora ¿Que hace usted con un artilugio tan inservible?.

-Es útil para mí Casandra.

-Si mi señora.

-Se que algo te molesta así que dilo de una buena vez por todas.

-Mi señora no se confíe de los humanos.

-Soy perfectamente capaz de protegerme de los humanos.

-Lo sé, pero no quiero que salga lastimada nuevamente.

-No lo haré.

Casandra aceptó la palabra de su señora a regañadientes.

 



Los encuentros de Lucifer y Samantha de volvía cada vez más recurrentes, pasaban cada fin de semana juntas y entre semana Lucifer la invitaba a comer o le daba visitas cortas en su trabajo, y no podían faltar los mensajes diarios entre ambas.

Su relación se tornó más profunda Y los generales y manos derecha de la Reyna del Inframundo lo habían notado.
Pero está nunca daba explicaciones y no tenía por qué darlas, podía aparecer y desaparecer sin dejar ningún rastro, lo cual lograba hacer imposible seguirle el rastro.

Solía sentarse en su trono a resolver los asuntos concernientes al infierno sin dejar de pensar en aquella chica, ocasionalmente solía caminar por el infierno para despejar su mente la cual rebosaba de pensamientos entorno a aquella chica humana.

Se preguntarán cómo es el infierno, pues es como una ciudad infinita bajo tierra donde van todas y cada una de las almas que viven su vida como les plazca sin ser esclavos de una religión, pues solo seguían viviendo la eternidad en calma, pero como todo lugar el infierno tenía sus reglas. Entre ellas es mantener la paz y calma, no cometer crímenes, no incitar a la violencia. Constantemente las almas eran vigiladas por algunos ángeles caídos y demonios de bajo nivel.

Durante mucho tiempo Lucifer cuido todo lo que con esfuerzo había logrado, la preciada libertad.

Caminar por las calles a pasos ligeros arrastrando sus enormes alas era un placer que se permitía ocasionalmente. Aunque Lucifer podía parecer completamente buena, aun así tenía su lado oscuro; no soportaba las injusticias, así que, cualquiera que rompiera las reglas y lastimara a los otros era castigado y torturado de por vida. Una zona del infierno conocida como el purgatorio, es donde se llevaban las almas a pagar por sus crímenes, violadores, asesinos de toda clase de personas con crímenes que oscurecían el alma, estaban allí.

El día del cumpleaños de Samantha, Lucifer contra cada pensamiento de sentido común decidió hablar con toda honestidad con aquella mujer que se volvió tan importante.

-Tengo algo que decirte.

-Si es sobre el mordisco, lo siento es que tu trasero es irresistible.

Ambas estaban desnudas en aquel departamento, Sam acostada en la cama cubierta por la sábana y Lucifer parada a los pies de la cama mostrando a la luz de la luna su completa desnudez.

-No es sobre eso.

-Eso es un alivio ya que me encanta morder tu trasero.

-Debo decirte la verdad sobre mí.

-No me digas que eres casada.

-Claro que no soy casada, pero si quiero que esto continúe debo decirte la verdad, Soy un Ángel  -Extiende sus alas aquellas alas tan grandes y deslumbrantes que brillaban por la luz lunar- al menos un ángel caído, y mi verdadero nombre es Lucifer.

Samantha parecía estar en un completo shock sin saber qué decir o hacer, aquello era simplemente impactante su chica era un Ángel y no cualquier Ángel, era el Ángel de todas las historias que había escuchado, Lucifer, Satán, Diablo, etc, pero ella simplemente no podía serlo era Luci, la chica que había conocido durante largos meses y la cual le daba los mejores momentos del mundo. Aunque su belleza, elegancia y lo excepcionalmente buena en el sexo, debía ser sobrenatural.

-¿Así que eres el diablo?.

-Ríe- Ese es solo un nombre que los humanos me han puesto durante milenios entre otros nombres.

-Sonríe- ¿Eres mala?

-¿Crees que soy mala?

-En el sexo no lo eres.

-Ríe- Deberías tomarme más enserio.

-Lo sé, pero el humor evita que enloquezca.

-De acuerdo, y respondiendo a tu pregunta -Se sienta junto a ella- el bien o el mal son tan relativo, Dios es bueno para los que lo siguen y hacen los que les plazca y malo para los que quieren tener una vida propia, yo lucho por la libertad, sacrifiqué mi vida por la de todos, castigo a los malos y ayudo a los buenos a vivir una vida en libertad.

-¿Porque dejaste de servir a Dios?.

-Hace mucho tiempo yo era la mano derecha de Dios, era la más poderosa y perfecta de todos, pero no era libre. Los ángeles, arcángeles y querubines somos esclavos pero con mente libre, somos castigados hasta querer morir solo para ser obedientes, si haces algo mal o dices algo fuera de contexto eres castigado; yo tenía el rango más alto y al ver las reglas impuestas por Dios, simplemente me enojaba, y por mucho tiempo no dije o hice nada, puesto que, no quería arriesgar mi puesto y rango. Pero un día, un día me enamoré de una arcángel, pero lo nuestro era imposible, pero prefería perder todo a perderla a ella, así que, formé un ejército y me revelé para poder conseguir la libertad para todos, la libertad de tener una vida con ella, pero cuando estaba a punto de Ganar él -Se toca las manos nerviosamente- él la asesinó, Dios la asesinó, a mi único amor y de ésta forma perdí toda razón y fui expulsada del cielo junto con todos los que me dieron su apoyo y lealtad.

Samantha la abrazó, era lo único que podía hacer, era lo único que sentía que podía hacer....

Los siguientes años ambas formalizaron una relación, hasta el punto de que Samantha solía ir al infierno a acompañar a Lucifer. Finalmente Lucifer había sido plenamente feliz, y aunque algunos de sus manos derecha no estaban completamente de acuerdo, lo aceptaron. Y aún más cuando lo imposible ocurrió, Samantha se embarazó; algo hasta los momentos imposible había ocurrido.

 




Lucifer tendría descendencia con una humana.

Y lo que comenzó como la prueba del más puro amor, se tornó en el principal motivo de la ira de Dios.

Al momento de nacer aquella niña, Dios envío a sus más fieles a matarla.

Ese fue el detonante perfecto para la guerra.

Estaban en una reunión, debatían maneras de ganar la guerra, estrategias, tácticas, etc.

-Propongo atacar de frente, conocemos el cielo y sus tácticas esta vez ganaremos.

-Tu no irás a la guerra Casandra, debes quedarte aquí con los refuerzos y cuidar del infierno y en especial de mi familia, solo a ti te puedo encargar lo más valioso que tengo.

-Quiero luchar a tu lado, quiero ganar para ti.

-Sabes que no podría luchar si sé que mi familia está en peligro, te necesito aquí Casandra, solo confío en ti.

-Lo haré mi señora.

Había cedido de mala gana, puesto que quería luchar, era la mejor en eso y su número uno.

-Mi señora, es hora.

Al amanecer fueron tocadas las 7 trompetas y de la tierra brotó mar de fuego y lavaba y de entre el desastre surgió un ejército del infierno.

La lucha fue brutal, ángeles de ambos bandos muertos, no parecía terminar nunca. 5 vueltas solares habían ocurrido en un parpadeo, lo que para los mortales son años para los ángeles son parpadeos momentáneos; 5 años habían pasado desde que comenzó la guerra y para Lucifer fueron parpadeos.

Luchó hasta encontrarse con aquel ser que detestaba casi tanto como a Dios, Miguel, ambos lucharon con sus espadas encendidas en fuego celestial vistiendo las togas angelicales, Miguel completamente blanco de cabello rubio ondulado y ojos encendidos en un brillo celestial, y Lucifer vistiendo túnicas negras con blanco sus alas blancas e inmaculadas, resplandecían al igual que sus ojos y en su cabeza la corona de los caídos, aquella grabada en un lenguaje angelical, dorada de perlas negras.

-Siempre te odié Lucifer, la más perfecta creación de Dios la más bella, inteligente y poderosa. Ningún ángel, arcángel o querubín podía siquiera compararse contigo, fuiste la primera en ser creada y la primera en revelarse contra Dios.

-Estoy cansada de tu charla Miguel, ve al grano.

-Siempre tan directa e implacable.

-Si no tienes nada más que decir te mataré en este instante -Empuña su espada-.

-Esto es lo que siempre quise, luchar contra ti y demostrar mi superioridad.

-Te metiste con mi hija y eso no te lo perdonaré, y lo pagarás cada segundo por el resto de la eternidad en el infierno.

-Nunca iré a ese sucio agujero en el que vives.

-Eso lo veremos.

-Antes de comenzar esta lucha debo preguntarte, ¿crees que podrás con él?.

-Lo mataré y lo haré pagar con creces hasta que en el cielo y la tierra se propague su muerte, y el cielo se consuma en su propia agonía.

-No lo harás, ese no es tu destino.

-¿Mi destino?.

-Luego de tu partida se forjó una profecía.

-La profecía del caos.

-Veo que has escuchado de ella, " Y en la noche más oscura encontrará su destino y dará a luz al hijo del bien y el mal, el cual con espada en mano forjará un futuro. Matará y derrocara a toda autoridad, teñirá de rojo el cielo y de negro el mar, liderará bestias que conquistarán la tierra en su nombre y cuando las trompetas de los cielos vuelvan a tocar amanecerá y con él amanecer despertará un nuevo mundo".

-Eso es solo una profecía sin sentido.

-¿Acaso no lo entiendes querido Lucifer? "Y en la noche más oscura encontrará su destino y dará a luz al hijo del bien y el mal" se refiere a ti y tu hija. ¿Sabes por qué tu hija es hija del bien y el mal? Tu hija es hija de aquella arcángel muerta; aparentemente reencarnó en una sucia humana, cosa que nadie esperaba. "Hija del bien y el mal", tu hija es de quién habla la profecía, por eso se nos ordenó darle muerte antes de que está se volviera realidad. La pequeña que representaría la paz entre el cielo y la tierra. Ella tendrá tanto poder que será capaz de liberar y controlar los 4 jinetes con sus caballos, podrá apagar el sol teñir la luna de sangre destruir cada estrella exterminar el viento y transformar la tierra a su gusto, podrá controlar a todos los angeles a los 7 protectores de la tierra y a los 5 pacificadores, será capaz ordenarle a los 7 angeles castigar a la humanidad y liberar a los 4 angeles preparados para matar a la tercera parte de la humanidad con tropas de 200.000.000 los cuales tendrán armaduras teñidas rojo cuál fuego azul cuál Jacinto y amarillas cuál azufre y los caballo con colas de serpiente y de cabezas de león lanzarán fuego y humo de sus bocas. Y finalmente montará a la bestia salida del mar con 7 cabezas y 10 cuernos con coronas que tendrán escrita cada castigo que se le dará a Dios.

Y así cada engranaje, cada pieza entró en su lugar.