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Un roble y Tulipanes de Carla Hernández Recomendaciones del fin de semana









Un roble y Tulipanes

Vaya que hace un buen día, el sol emergía iluminando la oscuridad, desapareciendo todo rastro de la noche anterior calentando la mañana y atravesando la ligera niebla con sus rayos.

Podía escuchar algunas aves cantar revoloteando alrededor del edificio. Llevaba conmigo un capuchino un jugo de naranja y unos paninis que había comprado en una cafetería a algunas calles del lugar. Los paninis eran sus favoritos los favoritos de Alice.







No podía evitar sonreír al recordarla o incluso el hacer mención a su nombre.

Recuerdo el día que nos conocimos hace algunos años 10 para ser precisa, yo estaba involucrada en una pelea con un chico puesto que este me había empujado y no se había disculpado. Vaya, si que era temperamental y volátil. Recuerdo aquella pelea con suma nitidez. Yo le estaba ganando y aunque mi labio estaba sangrando  mi abdomen dolía eso no me evitaba al pelear. Lo que me evitó seguir peleando fue Alice.

Ella era en ese entonces la encargada de supervisar la conducta de los estudiantes en nuestra antigua escuela. Un gran regaño recibimos de su parte y yo tuve la gran suerte de que se ofreciera a curar mis heridas. Me llevó a la enfermería aquella pequeña enfermería donde estuve en muchas ocasiones. Pero nunca con una chica puesto que la que siempre me atendía era la señora Pamela una señora entrada en años pero con mucha experiencia una apariencia dulce y amorosa pero no conmigo siempre me regañaba al curar mis heridas amaba que me regañara ya que era la única que mostraba interés en mí.

La señora Pamela no estaba así que Alice se ofreció a darle un vistazo a mis heridas. 
Yo accedí sin poder negarme evidentemente. Ella me sentó en una pequeña cama y buscó un botiquín; Se acercó a mí y me pidió quitarme la camisa, vaya quitarme la camisa recuerdo lo nerviosa y sonrojada que estaba pero obedecí y me la quité. Ella recorría mi abdomen con sus manos palpándolo logrando así un estremecimiento de mi parte seguido de un sonrojo y una incapacidad para hablar. Sus manos calientes con sus dedos delgados tocándome era realmente placentero pero muy confuso. Ella unto un poco de crema en mis moretones en mis rodillas aplicó con un algodón algo de alcohol para desinfectar, lo cual, recuerdo ardió mucho pero ella inmediatamente sopló sobre el ardor logrando que desapareciera. Ella era realmente linda me trataba con dulzura y atención sin siquiera conocerme.

Recuerdo que en el momento que trató de ver mi labio sangrante giré mi rostro para que no lo viera. Me daba vergüenza que viera mi rostro lleno de sangre y polvo. Ella tomo mis mejillas entre sus manos conectando nuestras miradas limpió mi rostro con un pequeño pañuelo y luego curó mi labio yo estaba inamovible.

Recuerdo no dejar de ver sus ojos azules, su cabello rubio tan largo y brillante que podría reflejar el sol a la perfección o eso pensaba. Sonreía dulcemente y su mirada estaba llena de compasión y curiosidad.

Recuerdo que puso una pequeña vendita en mi mejilla y sonrió satisfactoriamente como si hubiera logrado algo magnífico.

Recuerdo articular un, gracias que para mí parecer sonó débil y mediocre. Ella sonrió y luego frunció el ceño. Lo cual me asustó y en ese momento fue que entendí que Alice si muy bien podía ser amable y dulce también podía ser temperamental y regañona. Recuerdo estar tan avergonzada que solo baje la mirada y observe mis mano entrelazadas moviéndose nerviosas.

Ese día fue cuando comenzó mi lucha interna todo por decidir saber y comprender lo que Alice me lograba hacer sentir.








Luego de eso tuve otra pelea con la esperanza de que volviera a atenderme con tanta delicadeza y me hiciera sentir tan bien. Pero solo recibí una mirada de decepción; Esa mirada era peor que recibir golpes o patadas esa mirada me dolía mucho más.

Le prometí no involucrarme en peleas innecesarias y mantenerme tranquila. Ella parecía feliz con eso y por un tiempo no volví a tener peleas llevaba una vida tranquila. Alice se había convertido en mi única y mejor amiga.

Me ayudaba con mi tarea explicándome lo que no entendía, me permitía quedarme en su casa cuando mis padres discutían.

Mis padres solía discutir constantemente y eso era algo que yo no soportaba ver o escuchar así que en las noche me escapaba de casa he iba a casa de Alice a unas cuantas calles. Ella tenía un enorme roble junto a su casa y una de sus ramas se acercaba a su ventana, lo cual, me permitía escabullirme a su habitación sin problemas. Siempre que me quedaba con ella me preparadas un baño con agua caliente una comida casera y una cama tibia dónde dormir. Solíamos acurrucarnos y ver películas ella siempre apoyada sobre mi, lo cual, me permitía sentir su calor tan reconfortante y su respiración tan relajante.

Dormíamos juntas hasta el día siguiente en el cual debía partir. Aunque odiara irme y dejar a aquella chica que me hacía sentir tan feliz debía hacerlo.

Durante muchos años nuestra rutina fue la misma, ella me consoló cuando corrí de casa a mi padre por golpear a mi madre ella estuvo conmigo cuando entraba en depresión, ella pasó a ser un pilar importante en mi vida.







La madre de Alice descubrió que me escabullía en la habitación de su hija luego de un mal cálculo al estar en el roble ,lo cual, terminó conmigo cayendo de espaldas sobre sus tulipanes. Martha la mamá de Alice, aunque estaba molesta pero luego de que Alice le explicará todo, ella pareció comprender hasta el punto de invitarme siempre a comer viajar con ellos incluso pasar las fiestas.

Mi vida era con esa familia comía y dormía allí mi única conexión con la casa de mi madre era que allí estaban todas mis cosas y que ocasionalmente iba a visitarla asegurarme de que estuviera bien.

Mi vida comenzó a mejorar con Alice en ella, no digo que todo fuera felicidad puesto que algunas veces terminábamos discutiendo por temas como "Ese chico te coqueteaba y tú no lo detuviste" "Llegas tarde" en realidad parecían discusiones de casados pero eso me gustaba.







Al graduarnos de la Universidad le pedí ser mi novia y ella aceptó lo cual me hizo inmensamente feliz, conseguí un trabajo estable cómo abogada un departamento que compartí con mi novia y actual esposa.

Tratamos de formar una familia pero Alice era estéril lo cual la sumió en una depresión dolorosa.

Planeamos adoptar luego de que termine mi visita a su nuevo hogar puesto que hoy es el día que finalmente volveremos a comenzar una vida juntas.

Me perdí tanto en mis pensamientos que llegué realmente rápido a su habitación. Abrí la puerta y ella estaba sentada en su camilla mirándome con aquellos ojos que desvisten mi alma, aquella sonrisa que ilumina la habitación. Dejé los paninis, el café y el jugo sobre su pequeña mesa de noche la cual estaba adornada con un florero y tulipanes sus flores favoritas.

Me acerqué a ella y besé su cabeza ahora sin aquella melena rubia que fue robada por el cáncer. Pero estoy orgullosa puesto que su sonrisa, su fortaleza jamás flaquearon y nunca serán robadas.

-¿Lista para volver a casa Alice? -Sonríe con ternura-.

-Estoy lista Dayana.





Ahora eres mía de Carla Hernández Historia recomendada







 Ahora eres mía 

Eran aproximadamente las 2:47 AM. La oscura noche traía consigo una capa de densa niebla y una temperatura baja. Los autos transitando por las calles con los carteles de neon brillante, lograban darle a la ciudad esa apariencia viva y vibrante. Las personas recorrían las calles luego de haber estado divirtiéndose toda la noche; Otras luego de una larga y cansina jornada laboral.

En un callejón amplio y oscuro junto a un viejo edificio residencial abandonado se encontraba un cuerpo inerte sin signos vitales, pero aún caliente. Aquella chica se había encargado de hacerlo sufrir, con un cuchillo afilado cortó su lengua para que se le hiciera imposible articular palabras de ayuda. Cortó uno a uno sus dedos disfrutando la expresión de dolor y agonía de su víctima, cortó su rostro retirando de este la piel desollándolo vivo sin dejar de sonreír ampliamente con aquella sonrisa desquiciada de su rostro angelical. Tarareaba una canción lenta pero aterradora logrando así que un frío inexistente se introdujera en tus huesos y un escalofrío recorriera tu cuerpo.

Finalmente sacó de sus cuencas aquellos ojos, abrió su cuerpo como un simple pescado esparciendo sus órganos en el sucio y frío suelo. Lo último que vio aquel hombre fue aquel rostro angelical con ojos verdes vibrantes casi brillando en aquella oscuridad. Su cabello largo y rubio teñido de rojo debido a la sangre y una sonrisa aterradora que dejaba ver sus colmillos bien definidos. Lo último que escuchó fue aquella macabra canción y lo último que sintió fue un dolor indescriptible y sofocante.

Estaba extasiada le encantaba hacer sufrir a las personas torturarlas hasta la locura y masacrarlas.

Sus manos estaban llenas de sangre al igual que su largo y lacio cabello rubio, miraba al cielo con el pecho lleno de felicidad pero con un vacío imposible de llenar, pensaba en quien podría ser su próxima víctima.

Un sonido llamó su atención alguien estaba en el extremo del callejón una chica de cabello castaño contextura delgada y estatura algo baja estaba vomitando. 








Aparentemente estaba pasada de tragos ya que caminaba con dificultad y su ropa estaba impregnada de alcohol, vivía a unas calles del bar en el que solía beber y sin falta usaba ese callejón como atajo. Dio unos sonoros pasos adentrándose en el lugar pero se detuvo solo al ver una silueta en el suelo inerte sin vida sobre un mar de sangre, su cuerpo quedó en shock y todo se volvió negro.






Despertó a la mañana siguiente atada a una vieja silla de madera con acolchonado de terciopelo, sus brazos inmovilizados sobre los brazos de la silla sus piernas atadas a las patas de la silla sus ojos vendados y su boca con una mordaza.

Era evidente que había amanecido pues podía sentirse el calor de la mañana con el contante bullicio de las masas transitando las calles los autos tocando la corneta a otros y haciendo un indescriptible he innecesario escándalo, o al menos eso paso por la mente de la chica que apenas recobraba el conocimiento.

Su cabeza dolía evidentemente por la resaca nunca se había lamentado tanto por beber como aquel día, su cuerpo estaba inmovilizado no podía ver nada o decir algo. Forcejeaba sin descanso sintiendo lastimadas sus extremidades por el constante forcejeo.

Escuchó pasos y un miedo nunca antes sentido recorrió su cuerpo. Sintió a alguien viéndola y trató de articular un "Ayúdame por favor" pero no lo logró aquella mordaza no se lo permitió.

Sintió unas manos gélidas a los costados de su cabeza e intentó evitar ese contacto a toda costa, la venda fue retirada de sus ojos y la luz lastimó sus ojos tomándole a si un par de minutos en adaptar su vista a la claridad.

Parpadeó un par de veces lo primero que vio fue unos hermosos ojos verdes brillantes cuál esmeralda, un cabello largo lacio y rubio, un rostro realmente hermoso casi angelical y una pequeña sonrisa tierna.

-Buenos días Dormilona.

Esas palabras la habían arrebatado de su trance, la habían devuelto a la realidad, comenzó a desesperarse y mover todo su cuerpo como indicativo de que la liberara. Aquella chica de tés blanca y piel de porcelana se sentó sobre el regazo de aquella chica atada a la silla mirándola fijamente.  Colocando sus manos sobre sus hombros le ofreció una enorme sonrisa.

-Te quitaré la mordaza pero prométeme que no gritarás -Acaricia su mejilla- no quiero tener que cortarte la lengua.

Patricia la chica de cabello castaño con ojos cafés asintió con miedo y pánico, la rubia quitó de su boca la mordaza.

-¿Porque estoy aquí?.

-Que buena pregunta -Sonríe y finge pensar- estás aquí porque eres mi nuevo juguete -La mira sonriendo mostrando así su locura desbordante-.

-¡¿Juguete?!.

-Si, juguete -Sonríe y le da un beso en los labios-.

-Gira su cabeza evitando bruscamente aquel beso- Esto es secuestro.

-Lo sé.

-¿Y porque lo haces?.

-Por que quiero hacerlo -Sonríe y le estampa un beso-.

La rubia tenía el control del beso obligando a su contraria a continuarlo era un beso cálido rápido y con desesperación, aquella rubia estaba disfrutando mucho ese beso.

-Ahora podré jugar cuánto quiera contigo -Sonríe bajando su mano por el abdomen de la castaña llegando al cierre de su pantalón- .

-No lo hagas por favor, liberame no le diré a nadie lo prometo.

-¿No quieres jugar conmigo? -Hace puchero logrando verse realmente tierna-.

-No -Responde con miedo-.

-¿PORQUÉ? -Grita molesta- SOY HERMOSA SENSUAL Y PUEDO HACERTE SENTIR MUY BIEN.

-Y-Yo...... -Entra en pánico- eres muy hermosa pero yo no te conozco.

-Entonces es hora de que me conozcas Patricia.

-¿C-Como sabes mi nombre? -Trago saliva-.

-Se muy bien quien eres, aunque tú no sepas quién soy.

Le dió un beso y volvió a colocar la mordaza en su boca.

-Ire por algo para desayunar querida volveré en unos minutos -Desaparece contoneando sus caderas con mucha sensualidad natural-.






Patricia estaba nerviosa asustada y con un temor enorme por su vida. Quería llorar desahogarse pero no podía permitir que aquella chica desquiciada y asesina la viera en aquel estado tan vulnerable. Debía ser fuerte y soportar todo lo que aquella mujer le hiciese pero sin dejar de lado la posibilidad de escapar.

Los días transcurrían igual, Patricia era alimentada bañada y vestida por su secuestradora. El pensamiento de luchar con ella y escapar estaba presente. Pero era olvidado puesto que su contraria era mucho más alta que ella fuerte y de contextura atlética así que le ganaría sin duda, otra cosa anotó en su lista imaginaria junto el dejar el alcohol hacer más ejercicio.







Luego de dos semanas se encontraba atada a la cabecera de la cama pensando y viendo televisión mientras afuera se desataba una fuerte lluvia que parecía no dar tregua ni indicios de terminar pronto, en las noticias no había aparecido su rostro como desaparecida y sabía que no pasaría después de todo vive sola y es huérfana sin familia alguna nadie notaría su ausencia más que su casera luego de dos meses cuando fuera a cobrar la renta.

Lamentaba su miserable vida.

Su secuestradora apareció con lo que aparentemente era la cena, comida china junto con un bote de helado como postre.

-Traje la cena querida -Se acerca a ella y le quita la mordaza de la boca para luego depositarle un tierno beso-.

-Genial -Responde mecánicamente-.

Luego de cenar su secuestradora desapareció por un par de horas volviendo a altas horas de la noche con las manos manchadas de sangre, despertó a Patricia con un delicado beso en la mejilla que fue descendiendo hasta su cuello.

-¿Que tal si nos divertimos un poco juntas?.

Sus ojos estaban perdidos en la nada y su mente estaba en blanco sin pensar en nada.

-Quiero dormir -Respondio con voz cansada-.

-Vamos duermes mucho Patricia.

-No lo suficiente.

-Siempre lo has hecho desde pequeña -Dijo con voz nostálgica y mirada posada en una de las paredes del lugar-.

-¿Cómo sabes que soy así desde pequeña?.








Su semblante cambió abruptamente pasó de ser dominante y segura a nostálgica y luego a un manojo de nervios, no podía quitar la vista de Patricia que estaba clavada a su cuerpo.

-Veo que realmente no te acuerdas de mí -Cubre con una venda los ojos de Patricia-  así es más fácil decirlo -Explica la venda en sus ojos- Tu y yo éramos muy buenas amigas las mejores en realidad. En aquel viejo orfanato éramos tu y yo contra el mundo, desde los 5 años hasta los 11 que estuvimos juntas ¿Recuerdas?.

Patricia permanecía en silencio recordando y cuestionándose mentalmente, la rubia al no ver reacción alguna de su contraria prosiguió con su relato.

-Recuerdo que decías que nos casaríamos que escaparíamos juntas que viviríamos solo tu yo para siempre, -Su rostro se tornó sombrío- pero cuando cumplí 11 finalmente me adoptaron yo no quería irme no quería dejarte.







Me adoptó una pareja los Wilfger, ambos eran unos monstruos.Secuestraban  torturaban y mataban personas, incluso tenían su propia red de venta de órganos en el mercado negro. Y yo, yo era su medio me utilizaban contra mi voluntad para atraer a las personas me drogaban para mantenerme quieta y evitar que escapara.

Me golpeaban para que aprendiera a obedecer, mi cuerpo está marcado de por vida, ante la sociedad ellos eran una familia ejemplar. El un hombre trabajador con su propio negocios de construcción y ella con varios negocios de bienes raíces, una enorme casa lujosa, hermosa la cual estaba construida sobre un inmenso sótano que abarcaba toda la propiedad.

Dónde resguardaban contra su voluntad a personas hasta que alguien necesitará órganos o simplemente un juguete o mascota. Al cumplir 18 maté a ambos mientras dormían y escapé, desde entonces he estado huyendo con un solo propósito.
Encontrarte, tú eras mi motivo para seguir viviendo eras quien me daba fuerzas para continuar.





-Sonrie- Fui al orfanato donde crecimos pero ya te habías ido nunca te adoptaron y al cumplir la mayoría de edad te fuiste por tu cuenta.

Con el tiempo descubrí dónde vivías y tú rutina, era imposible para mí controlarme y no lanzarme a tus brazos, tenía planeado esperarte en aquel callejón y hablar contigo pero un hombre se me acercó y no cualquier hombre, era aquel que durante mucho tiempo fue socio de los Wilfger aquel que les suministraba las drogas que me llenaban el cuerpo durante años, no sé cómo me encontró pero no podía dejarlo con vida.

En ese momento algo se apoderó de mi como antes solía hacerlo, era como ver todo lo que sucedía sin poder controlarlo era como ser espectadora de mis propias acciones. Era como tener fuerza para hacer todo era como si estar en ese modo me protegiera de cualquiera cosa y contra cualquiera. Te secuestré porque te quiero conmigo quiero que tengamos todo lo que soñamos, yo te amo Patricia.

No se notaba pero la venda de los ojos de Patricia habían absorbido todas sus lagrimas.

-Emily..... ¿Eres tú? -Su voz se quebraba por el llanto-.

-Si.

Emily quitó aquella venda de sus ojos y la abrazó como nunca antes lo había hecho, con placer con amor con devoción y ternura.