Eran aproximadamente las 2:47 AM. La oscura noche traía consigo
una capa de densa niebla y una temperatura baja. Los autos transitando por las
calles con los carteles de neon brillante, lograban darle a la ciudad esa
apariencia viva y vibrante. Las personas recorrían las calles luego de haber
estado divirtiéndose toda la noche; Otras luego de una larga y cansina jornada
laboral.
En un callejón amplio y oscuro junto a un viejo edificio residencial
abandonado se encontraba un cuerpo inerte sin signos vitales, pero aún
caliente. Aquella chica se había encargado de hacerlo sufrir, con un cuchillo
afilado cortó su lengua para que se le hiciera imposible articular palabras de
ayuda. Cortó uno a uno sus dedos disfrutando la expresión de dolor y agonía de
su víctima, cortó su rostro retirando de este la piel desollándolo vivo sin
dejar de sonreír ampliamente con aquella sonrisa desquiciada de su rostro
angelical. Tarareaba una canción lenta pero aterradora logrando así que un frío
inexistente se introdujera en tus huesos y un escalofrío recorriera tu cuerpo.
Finalmente sacó de sus cuencas aquellos ojos, abrió su cuerpo
como un simple pescado esparciendo sus órganos en el sucio y frío suelo. Lo último
que vio aquel hombre fue aquel rostro angelical con ojos verdes vibrantes casi
brillando en aquella oscuridad. Su cabello largo y rubio teñido de rojo debido
a la sangre y una sonrisa aterradora que dejaba ver sus colmillos bien
definidos. Lo último que escuchó fue aquella macabra canción y lo último que
sintió fue un dolor indescriptible y sofocante.
Estaba extasiada le encantaba hacer sufrir a las personas
torturarlas hasta la locura y masacrarlas.
Sus manos estaban llenas de sangre al igual que su largo y lacio
cabello rubio, miraba al cielo con el pecho lleno de felicidad pero con un
vacío imposible de llenar, pensaba en quien podría ser su próxima víctima.
Un sonido llamó su atención alguien estaba en el extremo del
callejón una chica de cabello castaño contextura delgada y estatura algo baja
estaba vomitando.
Aparentemente estaba pasada de tragos ya que caminaba con
dificultad y su ropa estaba impregnada de alcohol, vivía a unas calles del bar
en el que solía beber y sin falta usaba ese callejón como atajo. Dio unos
sonoros pasos adentrándose en el lugar pero se detuvo solo al ver una silueta
en el suelo inerte sin vida sobre un mar de sangre, su cuerpo quedó en shock y
todo se volvió negro.
Despertó a la mañana siguiente atada a una vieja silla de madera
con acolchonado de terciopelo, sus brazos inmovilizados sobre los brazos de la
silla sus piernas atadas a las patas de la silla sus ojos vendados y su boca
con una mordaza.
Era evidente que había amanecido pues podía sentirse el calor de
la mañana con el contante bullicio de las masas transitando las calles los
autos tocando la corneta a otros y haciendo un indescriptible he innecesario
escándalo, o al menos eso paso por la mente de la chica que apenas recobraba el
conocimiento.
Su cabeza dolía evidentemente por la resaca nunca se había
lamentado tanto por beber como aquel día, su cuerpo estaba inmovilizado no
podía ver nada o decir algo. Forcejeaba sin descanso sintiendo lastimadas sus
extremidades por el constante forcejeo.
Escuchó pasos y un miedo nunca antes sentido recorrió su cuerpo.
Sintió a alguien viéndola y trató de articular un "Ayúdame por favor"
pero no lo logró aquella mordaza no se lo permitió.
Sintió unas manos gélidas a los costados de su cabeza e intentó
evitar ese contacto a toda costa, la venda fue retirada de sus ojos y la luz
lastimó sus ojos tomándole a si un par de minutos en adaptar su vista a la
claridad.
Parpadeó un par de veces lo primero que vio fue unos hermosos
ojos verdes brillantes cuál esmeralda, un cabello largo lacio y rubio, un
rostro realmente hermoso casi angelical y una pequeña sonrisa tierna.
-Buenos días Dormilona.
Esas palabras la habían arrebatado de su trance, la habían
devuelto a la realidad, comenzó a desesperarse y mover todo su cuerpo como
indicativo de que la liberara. Aquella chica de tés blanca y piel de porcelana
se sentó sobre el regazo de aquella chica atada a la silla mirándola fijamente. Colocando sus manos sobre sus hombros le
ofreció una enorme sonrisa.
-Te quitaré la mordaza pero prométeme que no gritarás -Acaricia
su mejilla- no quiero tener que cortarte la lengua.
Patricia la chica de cabello castaño con ojos cafés asintió con
miedo y pánico, la rubia quitó de su boca la mordaza.
-¿Porque estoy aquí?.
-Que buena pregunta -Sonríe y finge pensar- estás aquí porque
eres mi nuevo juguete -La mira sonriendo mostrando así su locura desbordante-.
-¡¿Juguete?!.
-Si, juguete -Sonríe y le da un beso en los labios-.
-Gira su cabeza evitando bruscamente aquel beso- Esto es
secuestro.
-Lo sé.
-¿Y porque lo haces?.
-Por que quiero hacerlo -Sonríe y le estampa un beso-.
La rubia tenía el control del beso obligando a su contraria a
continuarlo era un beso cálido rápido y con desesperación, aquella rubia estaba
disfrutando mucho ese beso.
-Ahora podré jugar cuánto quiera contigo -Sonríe bajando su mano
por el abdomen de la castaña llegando al cierre de su pantalón- .
-No lo hagas por favor, liberame no le diré a nadie lo prometo.
-¿No quieres jugar conmigo? -Hace puchero logrando verse realmente
tierna-.
-No -Responde con miedo-.
-¿PORQUÉ? -Grita molesta- SOY HERMOSA SENSUAL Y PUEDO HACERTE
SENTIR MUY BIEN.
-Y-Yo...... -Entra en pánico- eres muy hermosa pero yo no te
conozco.
-Entonces es hora de que me conozcas Patricia.
-¿C-Como sabes mi nombre? -Trago saliva-.
-Se muy bien quien eres, aunque tú no sepas quién soy.
Le dió un beso y volvió a colocar la mordaza en su boca.
-Ire por algo para desayunar querida volveré en unos minutos
-Desaparece contoneando sus caderas con mucha sensualidad natural-.
Patricia estaba nerviosa asustada y con un temor enorme por su
vida. Quería llorar desahogarse pero no podía permitir que aquella chica
desquiciada y asesina la viera en aquel estado tan vulnerable. Debía ser fuerte
y soportar todo lo que aquella mujer le hiciese pero sin dejar de lado la
posibilidad de escapar.
Los días transcurrían igual, Patricia era alimentada bañada y
vestida por su secuestradora. El pensamiento de luchar con ella y escapar
estaba presente. Pero era olvidado puesto que su contraria era mucho más alta
que ella fuerte y de contextura atlética así que le ganaría sin duda, otra cosa
anotó en su lista imaginaria junto el dejar el alcohol hacer más ejercicio.
Luego de dos semanas se encontraba atada a la cabecera de la cama
pensando y viendo televisión mientras afuera se desataba una fuerte lluvia que
parecía no dar tregua ni indicios de terminar pronto, en las noticias no había
aparecido su rostro como desaparecida y sabía que no pasaría después de todo
vive sola y es huérfana sin familia alguna nadie notaría su ausencia más que su
casera luego de dos meses cuando fuera a cobrar la renta.
Lamentaba su miserable vida.
Su secuestradora apareció con lo que aparentemente era la cena,
comida china junto con un bote de helado como postre.
-Traje la cena querida -Se acerca a ella y le quita la mordaza
de la boca para luego depositarle un tierno beso-.
-Genial -Responde mecánicamente-.
Luego de cenar su secuestradora desapareció por un par de horas
volviendo a altas horas de la noche con las manos manchadas de sangre, despertó
a Patricia con un delicado beso en la mejilla que fue descendiendo hasta su
cuello.
-¿Que tal si nos divertimos un poco juntas?.
Sus ojos estaban perdidos en la nada y su mente estaba en blanco
sin pensar en nada.
-Quiero dormir -Respondio con voz cansada-.
-Vamos duermes mucho Patricia.
-No lo suficiente.
-Siempre lo has hecho desde pequeña -Dijo con voz nostálgica y
mirada posada en una de las paredes del lugar-.
-¿Cómo sabes que soy así desde pequeña?.
Su semblante cambió abruptamente pasó de ser dominante y segura
a nostálgica y luego a un manojo de nervios, no podía quitar la vista de
Patricia que estaba clavada a su cuerpo.
-Veo que realmente no te acuerdas de mí -Cubre con una venda los
ojos de Patricia- así es más fácil decirlo -Explica la venda en sus ojos-
Tu y yo éramos muy buenas amigas las mejores en realidad. En aquel viejo
orfanato éramos tu y yo contra el mundo, desde los 5 años hasta los 11 que
estuvimos juntas ¿Recuerdas?.
Patricia permanecía en silencio recordando y cuestionándose
mentalmente, la rubia al no ver reacción alguna de su contraria prosiguió con
su relato.
-Recuerdo que decías que nos casaríamos que escaparíamos juntas
que viviríamos solo tu yo para siempre, -Su rostro se tornó sombrío- pero
cuando cumplí 11 finalmente me adoptaron yo no quería irme no quería dejarte.
Me adoptó una pareja los Wilfger, ambos eran unos monstruos.Secuestraban torturaban y mataban personas, incluso tenían su
propia red de venta de órganos en el mercado negro. Y yo, yo era su medio me
utilizaban contra mi voluntad para atraer a las personas me drogaban para
mantenerme quieta y evitar que escapara.
Me golpeaban para que aprendiera a obedecer, mi cuerpo está
marcado de por vida, ante la sociedad ellos eran una familia ejemplar. El un
hombre trabajador con su propio negocios de construcción y ella con varios
negocios de bienes raíces, una enorme casa lujosa, hermosa la cual estaba
construida sobre un inmenso sótano que abarcaba toda la propiedad.
Dónde resguardaban contra su voluntad a personas hasta que
alguien necesitará órganos o simplemente un juguete o mascota. Al cumplir 18
maté a ambos mientras dormían y escapé, desde entonces he estado huyendo con un
solo propósito.
Encontrarte, tú eras mi motivo para seguir viviendo eras quien
me daba fuerzas para continuar.
-Sonrie- Fui al orfanato donde crecimos pero ya te habías ido
nunca te adoptaron y al cumplir la mayoría de edad te fuiste por tu cuenta.
Con el tiempo descubrí dónde vivías y tú rutina, era imposible
para mí controlarme y no lanzarme a tus brazos, tenía planeado esperarte en
aquel callejón y hablar contigo pero un hombre se me acercó y no cualquier
hombre, era aquel que durante mucho tiempo fue socio de los Wilfger aquel que
les suministraba las drogas que me llenaban el cuerpo durante años, no sé cómo
me encontró pero no podía dejarlo con vida.
En ese momento algo se apoderó de mi como antes solía hacerlo,
era como ver todo lo que sucedía sin poder controlarlo era como ser espectadora
de mis propias acciones. Era como tener fuerza para hacer todo era como si
estar en ese modo me protegiera de cualquiera cosa y contra cualquiera. Te
secuestré porque te quiero conmigo quiero que tengamos todo lo que soñamos, yo
te amo Patricia.
No se notaba pero la venda de los ojos de Patricia habían
absorbido todas sus lagrimas.
-Emily..... ¿Eres tú? -Su voz se quebraba por el llanto-.
-Si.
Emily quitó aquella venda de sus ojos y la abrazó como nunca
antes lo había hecho, con placer con amor con devoción y ternura.