Un roble y Tulipanes
Vaya que hace un buen día, el sol emergía iluminando la
oscuridad, desapareciendo todo rastro de la noche anterior calentando la mañana
y atravesando la ligera niebla con sus rayos.
Podía escuchar algunas aves cantar revoloteando alrededor del
edificio. Llevaba conmigo un capuchino un jugo de naranja y unos paninis que
había comprado en una cafetería a algunas calles del lugar. Los paninis eran
sus favoritos los favoritos de Alice.
No podía evitar sonreír al recordarla o incluso el hacer mención
a su nombre.
Recuerdo el día que nos conocimos hace algunos años 10 para ser
precisa, yo estaba involucrada en una pelea con un chico puesto que este me
había empujado y no se había disculpado. Vaya, si que era temperamental y
volátil. Recuerdo aquella pelea con suma nitidez. Yo le estaba ganando y aunque
mi labio estaba sangrando mi abdomen
dolía eso no me evitaba al pelear. Lo que me evitó seguir peleando fue Alice.
Ella era en ese entonces la encargada de supervisar la conducta
de los estudiantes en nuestra antigua escuela. Un gran regaño recibimos de su
parte y yo tuve la gran suerte de que se ofreciera a curar mis heridas. Me
llevó a la enfermería aquella pequeña enfermería donde estuve en muchas
ocasiones. Pero nunca con una chica puesto que la que siempre me atendía era la
señora Pamela una señora entrada en años pero con mucha experiencia una
apariencia dulce y amorosa pero no conmigo siempre me regañaba al curar mis
heridas amaba que me regañara ya que era la única que mostraba interés en mí.
La señora Pamela no estaba así que Alice se ofreció a darle un
vistazo a mis heridas.
Yo accedí sin poder negarme evidentemente. Ella me sentó
en una pequeña cama y buscó un botiquín; Se acercó a mí y me pidió quitarme la
camisa, vaya quitarme la camisa recuerdo lo nerviosa y sonrojada que estaba
pero obedecí y me la quité. Ella recorría mi abdomen con sus manos palpándolo logrando
así un estremecimiento de mi parte seguido de un sonrojo y una incapacidad para
hablar. Sus manos calientes con sus dedos delgados tocándome era realmente
placentero pero muy confuso. Ella unto un poco de crema en mis moretones en mis
rodillas aplicó con un algodón algo de alcohol para desinfectar, lo cual,
recuerdo ardió mucho pero ella inmediatamente sopló sobre el ardor logrando que
desapareciera. Ella era realmente linda me trataba con dulzura y atención sin
siquiera conocerme.
Recuerdo que en el momento que trató de ver mi labio sangrante
giré mi rostro para que no lo viera. Me daba vergüenza que viera mi rostro
lleno de sangre y polvo. Ella tomo mis mejillas entre sus manos conectando
nuestras miradas limpió mi rostro con un pequeño pañuelo y luego curó mi labio
yo estaba inamovible.
Recuerdo no dejar de ver sus ojos azules, su cabello rubio tan
largo y brillante que podría reflejar el sol a la perfección o eso pensaba. Sonreía
dulcemente y su mirada estaba llena de compasión y curiosidad.
Recuerdo que puso una pequeña vendita en mi mejilla y sonrió
satisfactoriamente como si hubiera logrado algo magnífico.
Recuerdo articular un, gracias que para mí parecer sonó débil y
mediocre. Ella sonrió y luego frunció el ceño. Lo cual me asustó y en ese
momento fue que entendí que Alice si muy bien podía ser amable y dulce también
podía ser temperamental y regañona. Recuerdo estar tan avergonzada que solo
baje la mirada y observe mis mano entrelazadas moviéndose nerviosas.
Ese día fue cuando comenzó mi lucha interna todo por decidir
saber y comprender lo que Alice me lograba hacer sentir.
Luego de eso tuve otra pelea con la esperanza de que volviera a
atenderme con tanta delicadeza y me hiciera sentir tan bien. Pero solo recibí
una mirada de decepción; Esa mirada era peor que recibir golpes o patadas esa
mirada me dolía mucho más.
Le prometí no involucrarme en peleas innecesarias y mantenerme
tranquila. Ella parecía feliz con eso y por un tiempo no volví a tener peleas
llevaba una vida tranquila. Alice se había convertido en mi única y mejor
amiga.
Me ayudaba con mi tarea explicándome lo que no entendía, me
permitía quedarme en su casa cuando mis padres discutían.
Mis padres solía discutir constantemente y eso era algo que yo
no soportaba ver o escuchar así que en las noche me escapaba de casa he iba a
casa de Alice a unas cuantas calles. Ella tenía un enorme roble junto a su casa
y una de sus ramas se acercaba a su ventana, lo cual, me permitía escabullirme
a su habitación sin problemas. Siempre que me quedaba con ella me preparadas un
baño con agua caliente una comida casera y una cama tibia dónde dormir. Solíamos
acurrucarnos y ver películas ella siempre apoyada sobre mi, lo cual, me
permitía sentir su calor tan reconfortante y su respiración tan relajante.
Dormíamos juntas hasta el día siguiente en el cual debía partir.
Aunque odiara irme y dejar a aquella chica que me hacía sentir tan feliz debía
hacerlo.
Durante muchos años nuestra rutina fue la misma, ella me consoló
cuando corrí de casa a mi padre por golpear a mi madre ella estuvo conmigo
cuando entraba en depresión, ella pasó a ser un pilar importante en mi vida.
La madre de Alice descubrió que me escabullía en la habitación
de su hija luego de un mal cálculo al estar en el roble ,lo cual, terminó
conmigo cayendo de espaldas sobre sus tulipanes. Martha la mamá de Alice,
aunque estaba molesta pero luego de que Alice le explicará todo, ella pareció
comprender hasta el punto de invitarme siempre a comer viajar con ellos incluso
pasar las fiestas.
Mi vida era con esa familia comía y dormía allí mi única
conexión con la casa de mi madre era que allí estaban todas mis cosas y que
ocasionalmente iba a visitarla asegurarme de que estuviera bien.
Mi vida comenzó a mejorar con Alice en ella, no digo que todo
fuera felicidad puesto que algunas veces terminábamos discutiendo por temas
como "Ese chico te coqueteaba y tú no lo detuviste" "Llegas
tarde" en realidad parecían discusiones de casados pero eso me gustaba.
Al graduarnos de la Universidad le pedí ser mi novia y ella
aceptó lo cual me hizo inmensamente feliz, conseguí un trabajo estable cómo
abogada un departamento que compartí con mi novia y actual esposa.
Tratamos de formar una familia pero Alice era estéril lo cual la
sumió en una depresión dolorosa.
Planeamos adoptar luego de que termine mi visita a su nuevo
hogar puesto que hoy es el día que finalmente volveremos a comenzar una vida
juntas.
Me perdí tanto en mis pensamientos que llegué realmente rápido a
su habitación. Abrí la puerta y ella estaba sentada en su camilla mirándome con
aquellos ojos que desvisten mi alma, aquella sonrisa que ilumina la habitación.
Dejé los paninis, el café y el jugo sobre su pequeña mesa de noche la cual
estaba adornada con un florero y tulipanes sus flores favoritas.
Me acerqué a ella y besé su cabeza ahora sin aquella melena rubia
que fue robada por el cáncer. Pero estoy orgullosa puesto que su sonrisa, su fortaleza
jamás flaquearon y nunca serán robadas.
-¿Lista para volver a casa Alice? -Sonríe con ternura-.
-Estoy lista Dayana.